Púrpura senil
Resumen Dermapixel
Las lesiones estas son a las que los médicos normalmente no hacemos demasiado caso. De tan poco caso que les hacemos, a veces hasta se nos olvida cómo llamarlas. Y al final, lo resumimos todo con la consabida frase: “Eso es de la edad”. Y todos contentos (bueno, todos menos la paciente, que una cosa es que no la cures, y otra que la llames vieja).
Las lesiones en sí son fáciles de describir: se trata de máculas (no se palpan) purpúricas (no desaparecen a la vitropresión). Y poco más. Sí que llama la atención que la piel de toda esa zona (dorso de manos y antebrazos) ha perdido la elasticidad normal de una piel joven.
Son las consecuencias del paso inexorable de los años, que se traduce en una fragilidad capilar que hace que los hematíes se extravasen con facilidad, ante mínimos traumatismos, o incluso de manera espontánea, apareciendo esas lesiones equimóticas típicamente en esa localización que se resuelven espontáneamente en unos días.
El diagnóstico clínico es tan evidente que no es necesaria ninguna otra exploración complementaria (mucho menos una biopsia), así que lo único que nos queda es convencer al paciente con el poder de la palabra.
El tratamiento es bastante menos satisfactorio. Aparte de las medidas obvias (evitar traumatismos, mantener una hidratación correcta de la piel), no existen tratamientos específicos para evitar la aparición de estas lesiones. No he encontrado ningún estudio serio sobre el tema, aunque algunos autores proponen que suplementar la dieta con vitamina C y colageno por vía oral pueden ayudar.