Es una forma característica de infección que afecta en especial a la epidermis superficial, produciendo marcada inflamación. Los factores predisponentes son la obstrucción del drenaje venoso o linfático, úlceras cutáneas, eccemas o infecciones micóticas. Típicamente la lesión presenta un borde marcado y sobreelevado que la delimita claramente de la piel normal circundante; ésta es caliente, edematosa, eritematosa, indurada y muy dolorosa (piel de naranja). No presenta colecciones de pus, pero pueden desarrollarse bullas o vesículas. El comienzo es repentino, con síntomas de compromiso sistémico, fiebre y en ocasiones confusión en los pacientes añosos. Puede provocar bacteriemia y colonización. La causa es el Streptococcus grupo A. Su diagnóstico es clínico, ante la presencia de lesiones características. Generalmente, el germen se puede rescatar de lesiones ulceradas y, con menos frecuencia, de la piel circundante a la lesión.